El Atlético de Madrid se llevó el derbi que será recordado como el del ‘no pasillo’, en el que el club rojiblanco rehusó realizar el habitual homenaje a los campeones tras el título liguero logrado por el Real Madrid en la pasada jornada. Y en el campo, con un equipo blanco plagado de suplentes, pasó lo más lógico: los rojiblancos fueron con todo y se adelantaron en una primera parte en la que fueron muy superiores gracias a un gol de penalti de Carrasco.
En la segunda, las fuerzas se igualaron, pero el marcador ya no se movió (1-0) pese a que ambos tuvieron ocasiones para ello, los tres puntos dejan a los de Simeone con el billete para la próxima Champions casi cerrado.
Ancelotti no quería problemas físicos en sus jugadores y optó por dar descanso a la gran mayoría de sus titulares. Así, sobre el campo se pudo ver a Vallejo como central, a Nacho en el lateral izquierdo y a Jovic en punta de ataque –entró por Mariano, lesionado poco antes del derbi–.
La necesidad de ganar hizo que el Atlético dominara desde el inicio, y sus mejores ocasiones llegaron gracias a su presión, que provoco varias pérdidas. Kondogbia le robó el balón a Kroos y el disparo de Correa se perdió pegado al palo, demasiado cruzado.
Carrasco se convirtió en una pesadilla para los blancos. Una pérdida de Casemiro casi la aprovecha el belga, y el propio Carrasco casi marca en una jugada individual que acabó con un chut desviado.
Y de una nueva pérdida iba a nacer el primer gol. Asensio fue esta vez el protagonista negativo, el Atlético montó una contra voraz y Cunha cayó en el área. No consideró nada el colegiado, pero el VAR le avisó de que Vallejo había pisado al brasileño. Penalti tras revisar el monitor y gol de Carrasco con seguridad.
El tanto en contra pareció espolear a los madridistas, hasta entonces inéditos en ataque. Un chut lejano de Kroos fue el primer aviso, pero mucho más clara fue la de Jovic. El serbio, solo ante Oblak, acabó estrellando el balón en el cuerpo del portero esloveno.
Tras el descanso, el Madrid fue a por el empate y se hizo con el mando del partido. Jovic tuvo un par de llegadas peligrosas antes de dejar su sitio a Vinícius, mientras que el Atlético buscaba sentenciar al contragolpe. Carrasco lo tuvo en un disparo alto y Cunha lo rozó tras un gran pase de Griezmann que dejo solo al brasileño. Su disparo, sin embargo, encontró una gran parada de Lunin.
La tendencia estaba cambiando. El Madrid atacaba desordenado, con más ganas que cabeza, y solo dos disparos lejanos de Fede Valverde inquietaron a Oblak, que se lució con un paradón en el segundo de los duros chuts.
Fue un milagro que el Atlético no hiciera el segundo, con ocasiones a cada cual más clara. Griezmann la tuvo al recibir en el área y darse la vuelta para sacarse el disparo, pero el balón se fue silbando el palo. Y Carrasco, en otra contra diabólica lanzada por Cunha, lanzó al palo, paseándose el balón por la línea de gol sin llegar a entrar en la red.
Había dejado con vida el Atlético al Real Madrid, algo que se ha visto últimamente que es un grave error, y los blancos se volcaron en el tramo final en busca del empate. Y entonces emergió la figura de Oblak: el esloveno, excelso durante todo el partido, le detuvo un disparo lejano a Valverde –que no paró de intentarlo– y otro a Asensio de falta para cerrar la victoria. También la tuvo Nacho, en un cabezazo solo que no acertó a conectar. No era el día de los madridistas, que reservan la heroica para la final de la Champions, la victoria se quedó esta vez en el Wanda.
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